El rock es como los ‘‘Labios compartidos’’ de Maná

13.11.2013 02:04

Por Vargas Sepúlveda Carlos Sigfredo

Portada del disco ‘‘Amar es combatir’’ de Maná. En dicho álbum se incluye el éxito ‘‘Labios compartidos’’ (2002). Foto: Internet.

Entras al billar ‘‘Bola negra’’. Buscas entre las mesas a tus amigos. Te percatas de algo extraño: un joven está sobre una silla agitando el cabello y movimiento las manos como si tuviera una guitarra en las manos. Te das cuenta que es uno de tus ‘‘compitas’’ y te acercas a él. ‘‘¿Qué haces?’’, le preguntas. Tu amigo abandona su estado hipnótico y voltea hacia ti. Sus ojos están dilatados y huele a cerveza. ‘‘Estoy rockeando’’, contesta. ‘‘¿Rockeando?’’, piensas. Las bocinas del establecimiento están a todo volumen y la canción que suena desde que ingresaste es ‘‘Labios compartidos’’ de Maná.

El nacimiento de un género eterno

1958. Ritchie Valens enamora a los mexicoamericanos con el éxito ‘‘La bamba’’. Al ritmo de ‘‘yo no soy marinero, yo no soy marinero, soy capitán, soy capitán’’, el rock and roll había dejado de ser exclusivo para los angloparlantes. La cercanía del idioma, el ritmo pegajoso y lo novedoso, cimentaron un género musical que llegó para quedarse: el rock en español. ‘‘Los acordes utilizados eran similares a los que usaban los exponentes norteamericanos del género, sin embargo, guardaban la picardía latina e hispana’’, explica Héctor Ramírez, cantante de rock en el Metro de la Ciudad de México. 

Durante décadas el rock en español fue ganando terreno. En Chile, Argentina, España, Uruguay, México, Colombia y otros países hispanoparlantes se formaron agrupaciones revolucionarias: los argentinos Gatos salvajes y el éxito ‘‘La respuesta’’, Enanitos verdes y el corazón idiota en ‘‘Lamento Boliviano’’, desde Chile, Los jockers y su himno ‘‘Libre debes ser’’, directamente de Madrid, España, Los toreros muertos y la negativa de los integrantes a llamarse Javier, La Unión y ‘‘el hombre lobo que ronda París’’, Hombres G y su juramento roto de ‘‘nunca llorar escuchando cada palabra que no quieren escuchar’’ en la canción ‘‘Temblando’’, Héroes del Silencio y su poca comprensión ante la distancia en ‘‘La carta’’, de México, Haragán y el  niño que jugaba a ser ladrón en el track ‘‘Se le hizo fácil’’, son algunos ejemplos de las voces que inundaron de 1960 a 1990 el medio musical. Sin embargo, en los últimos 20 años, dichas voces cambiaron.

El rock dejó de ser rock

El rock en español se modificó desde 1990. Las agrupaciones abandonaron por completo el ‘‘sentimiento revolucionario’’ que las caracterizó y se convirtieron en híbridos musicales. Las canciones dejaron de ser himnos. Las letras y acordes se acercaron a otros géneros. Nacieron nuevas denominaciones al rock: el alternativo y el popero los más aclamados; sin embargo, todos sonaban igual. El rock en español abandonó, como arma principal, a las poderosas guitarras y, en la mayoría de los casos, dejó atrás la picardía y el sabor.

El público se convirtió en un ‘‘amor fugado’’, es decir, se le toma, deja, exprime y tira a un lado, según ‘‘Labios compartidos’’ de Maná. Grupos como División Minúscula, Panda, Insite, Allison y El canto del loco sacan disco tras disco. Las letras se pierden, se olvidan. No se recuerdan. Se esfuman con los años. Incluso, grupos que tuvieron las características ‘‘puras’’ del género han caminado a ese lugar: hay ocasiones en que no se percibe la diferencia entre el tono de las canciones de Enrique Bunbury, ex vocalista de la banda Héroes del Silencio y Alejandro Sanz, cantautor de pop (si no me creen, escuchen ‘‘Frente a frente’’ del primero y ‘‘No es lo mismo’’ del último).

El rock dejó de ser rock. Cambió su apellido y su alma. ‘‘No se siente tan bien. Nos gusta. Movemos la cabeza agitando el cabello y creamos guitarras imaginarias, pero no se eriza la piel. No son himnos de la juventud. No son voces disidentes.  Son producciones que se apartan. Nuestros rockeros son actores y no artistas’’, mencionó Jorge Cisneros Guerrero, guitarrista de la banda de rock amateur Apocaliptyc Feasting, en entrevista para La Partitura.

Mal rockanrolero

 ‘‘Él es solo un mal rockanrolero…con las palabras amontonadas, ebrias y locas’’, exclamó Haragán en la canción ‘‘A esa gran velocidad’’. Tal vez le faltó agregar las características perdidas que mencionó Cisneros. A pesar de utilizar un apellido diferente, caminan con la bandera de ‘‘rockeros’’, sin embargo, la brecha entre Ritchie Valens y Maná se encrudece con cada nuevo disco.

Zumbido distante

‘‘Bájate de la silla’’, exclamas. Tu amigo desciende. ‘‘¿Estás rockeando con una canción de Maná?’’, le preguntas. ‘‘¿De Maná?’’, contesta y sonríe. Esa sonrisa de lado a lado del rostro, con los dientes afilados y la mirada perdida por el efecto del alcohol. ‘‘Solamente escucho un zumbido distante’’, agrega. Tu mente se nubla y reflexionas: ‘‘exactamente en eso se ha convertido el rock en español, en un zumbido distante. Las agrupaciones tienen ''los labios compartidos, los labios divididos'', no saben si tocan rock, pop o ambas’’.

Monstruo de papel

Por el adiós de las antiguas características del rock en español, la inclusión de nuevos ritmos, el acercamiento vertiginoso a lo comercial, la pérdida de la picardía del hispanoparlante, la ausencia de voces disidentes dentro del género y el cambio de apellido (alternativo y pop), en La Partitura podemos concluir que auto llamarse ‘‘grupos de rock’’ convierte a esas bandas en el ‘‘monstruo de papel’’ del que habla Nacha Pop en la canción ‘‘Lucha de gigantes’’: es como tener un título sin ser licenciado; ser la noche sin estrellas; las papas sin salsa; la liguilla del futbol mexicano sin América y Chivas; un libro sin desenlace trágico; últimas semanas del semestre en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, en la Universidad Nacional Autónoma de México, sin diecisiete trabajos finales (exagero); el rock en español actual es algo que siente, pero le falta sabor.

Son un gusto culposo

Sin embargo, esa falta de sabor no nos impide cantarlas y sentirnos rockeros por dentro al estar frente al espejo o trepados en una silla en nuestro bar preferido. Los grupos de rock en español, en 2013, son un gusto culposo (La Partitura 1) y lo único que queda es aceptarlos, no se van a ir.   El rock tendrá que convivir con el pop y el alternativo. Enanitos verdes lo ilustró bien en la canción ‘‘Luz de día’’: ‘‘ya no pienses más en nuestro pasado. Hagamos que choquen nuestras copas por habernos encontrado’’. Eso sí, dejando un huequito para las bandas que respetan los orígenes como Apocaliptyc Feasting. 

 Ritchie Valens, cantautor de ‘‘La bamba’’ en 1958. Foto: Internet

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