El hombre que llevó al paraíso a Manuel Esperón

25.09.2013 15:00

Por Jesús Miguel Rodríguez

Manuel Esperón, compositor mexicano que ha trascendido en la música mexicana. Foto: El Universal

“Amorcito corazón, yo tengo tentación de un beso…” son los primeros versos que interpreta Pedro Infante en la película Nosotros los pobres. Este tema al igual que otros casi 500 más como “¡Ay Jalisco, no te rajes!”, “Traigo un amor”, “Flor de azalea”, o “Serenata tapatía” fueron creados por Manuel Esperón, una de las figuras más emblemáticas en la música mexicana. Debido a la importancia del arreglista, TV UNAM logró plasmar su vida y obra en el documental Manuel Esperón. No tiene a la música, la música lo tiene a él.

 

“Se planteó hacer hace cinco años, pero no logró realizarse”, comenta Joaquín Guzmán Luna, director del documental que se transmitió a principios de agosto por el motivo del aniversario 102 de Manuel Esperón. Fue gracias a la petición de Ernesto Velázquez, director de TV UNAM, que retomó el proyecto y lo concretó de manera exitosa. “Él es muy un referente de la cultura mexicana que hay que tener. Ha musicalizado casi todas las películas de la llamada ‘época de oro del cine mexicano’”.

Rodeado de televisores y cintas de video en una oficina de TV UNAM, Joaquín Guzmán recuerda la experiencia de realizar el documental que recibió en 2010 la Mención In Memoriam en el Festival Pantalla de Cristal del 2010, las anécdotas y cómo fue que el propio Manuel Esperón le haya dicho que lo llevó al paraíso después de ver el trabajo final.

La llave maestra

El primer encuentro, de muchos, que tuvo Joaquín Guzmán con Manuel Esperón fue en la oficina del compositor en la Sociedad de Autores y Compositores de México (SACM). En ese entonces, Esperón tenía 98 años de edad, y mostraba una lucidez que ya muchas personas a esa edad quisieran tener.

La primera persona que vio al llegar fue a Beatriz García, segunda esposa del músico, a quien le explicó la propuesta del documental que planeaba realizar. “¿Qué te puedo decir yo? Ahí está el maestro tocando en el piano”, le respondió Beatriz. “Entra a ver si lo convences”.

Foto: Conaculta

Casi como una cuestión religiosa de todos los días, Manuel Esperón se encontraba tocando el piano. “¿Qué le puedes decir a este hombre para que lo convenza que soy la persona indicada para hacerle un documental?”, recuerda Guzmán que pensaba antes de acercársele al compositor. Una vez hecho el contacto, comenzó la conversación.

—Maestro, vamos a hacer un documental sobre su vida y obra— le explicó Guzmán a Esperón.

—Jovencito, ¿sabe usted alguna canción mía? —

— ¿Cómo no, maestro? La que más me gusta de usted es Flor de azalea—.

— ¿Cómo va la letra? —

Y así, Joaquín Guzmán comenzó a cantarle a Manuel Esperón, el cual terminó aceptando para que él realizara el documental. “A partir de ahí fue la llave maestra que se dio para que él sintiera que respetaba su obra, que la conocía, y entonces, sí tiene derecho a entrar en su mundo”.

Nuevamente, Flor de azalea

Después de ese primer encuentro, el director se reunía con el compositor, y hasta la séptimo vez, comenzó la grabación. “Mi forma de acercarme a un personaje es platicar, platicar mucho con él, saber cómo se mueve, cómo camina, para dónde ve su mirada”, explica Joaquín Guzmán. “Estás ante una confesión. Esa persona no sólo me está hablando a mí. Estás esperando el tiempo necesario para que la respuesta verdadera le salga de adentro.”

La primera locación fue en la SACM con Esperón tocando su piano. Mientras Guzmán entrevistaba al músico, se percató de algo: su esposa estaba siempre junto a él. “Me voy dando cuenta a través del trabajo que voy haciendo, que también había allí una historia de amor que contar”. De esta manera, el documental abre con una escena de ellos dos entrando a una sala de cine del Centro Cultural Universitario, como manera de preámbulo a lo que se relatará en el documental. Sin embargo, había una historia más por contar.

Joaquín Guzmán descubre también que una de las hijas que tuvo con Beatriz, Flor de Azalea, cantaba. Así que decidió incluir una escena donde ella aparece acompañándolo con su voz mientras tocaba el piano. Cuando Esperón vio esa parte del documental, le dijo al director lo siguiente: “Lo que lograste fue como tocar el paraíso”.

“Es una cuestión filial tremenda que se da, pero es la misma sangre la que está”, explica Guzmán al recordar al compositor conmovido.

La importancia de la música

Manuel Esperón. No tiene a la música, la música lo tiene a él, el cual ya se encuentra a la venta en tiendas departamentales, forma parte de la serie de documental Yo canto, donde se muestra la trayectoria de personajes importantes en el ambiente musical mexicano.

“La canción entra directa al corazón, no te pide permiso. Se introduce. Pienso que es un poco entender que si el universo entero cabe en una canción, hay que darle su lugar. Es un elemento de aprendizaje, de sociabilización y medicina para el alma.”, comenta con entusiasmo Joaquín Guzmán. “Por eso me gusta mucho hacer documentales sobre gente que se dedica al arte, porque creo firmemente que el arte puede transformar tu vida”.